Club Tracer España

Pedazo de viaje Boogieman esperando el siguiente episodio jajaja

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Estupenda crónica. Gran experiencia motera-cultural.

Ruta del Ámbar, 11 y 12

Dos días más de parada, esta vez en Tallín. Teníamos grandes esperanzas puestas en esta ciudad, pues hemos leído y visto maravillas de ella hasta el hartazgo.

Sin embargo, el tiempo no ha acompañado. El domingo ya había amenaza de lluvia, a pesar de lo cual nos echamos a la calle. Afortunadamente, nuestro apartamento ex-sovietico distan tan solo 1 kilómetro y pico del casco antiguo. En plena caminata se abrió la lata de la lluvia y ya nos tocó guarecernos hasta que escampase un poco. Finalmente pudimos alcanzar la ciudad antigua y pudimos ir recorriendo sus distintos puntos de interés cada vez que la lluvia daba una tregua. Al final del día, habiendo decidido cenar en el apartamento, nos pilló de regreso un aguacero que ya no cesaría, así que llegamos completamente calados, y lo que es pero, Ida con migraña.

Hoy había mejores perspectivas... que han resultado ser un fiasco. De nuevo se puso a llover después de la comida, aunque bien es cierto que con mucha menos intensidad. Como habíamos dedicado el primer día a las iglesias más importantes y edificios monumentales (ademas de poder asistir a un espectacular concierto de órgano), durante el segundo visitamos muralla y torreones, el museo de fotografía y la afamada farmacia del pueblo, que conserva frascos y artilugios de siglos de antigüedad. Y con esas, se nos había acabado la ciudad antigua!

Aprovechando que la lluvia nos invitaba a volver a casa, vagabundeamos un rato, ya que nos quedaba de paso, por el barrio de Rotermann, una antigua zona industrial reconvertida con muy buen gusto en zona residencial y de ocio. Han sabido encajar muy bien las nuevas construcciones con espacios históricos industriales recuperados, que hasta ahora, cortaban el litoral de la ciudad.

Nos vamos contentos con la visita, aunque a tenor de lo leído, creemos que Tallín está sobrevalorada. Es bonita, si; pero como cualquier ciudad medieval bien conservada, como Brujas, Varsovia, Amsterdam, Praga, ... Quizás tampoco haya contribuido a una mejor sensación el carácter de los estonios, muy escandinavos ellos, fríos en el trato, muy distante, haciendo muy difícil cualquier clase de contacto. Cierto es que hay es excepciones, como en todos lados, y tanto el lugar donde cenamos el viernes, como en donde comimos el sábado, nos trataron con una amabilidad extraordinaria.

Y con esto, se acaba nuestra estancia en Tallin. Mañana nos pondremos de nuevo en camino, ya con la “O” en la brújula del GPS, desde San Petersburgo, un detalle insignificante pero que denota que ya estamos regresando, pues hasta ahora, lo que solía indicar era “E” y “NE”.

Así que ni lluvia ni nada; bien equipados con nuestros trajes, guantes y botas impermeables, como buenos motoviajeros, poco importará lo que caiga del cielo y mañana pondremos proa hacia Pärnu, y si se tercia, hasta Tartu, que todavía no sabemos dónde dormiremos.




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Gran crónica, gracias por darnos a conocer tan espectaculares sitios

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No te quedes nunca con las ganas....

Hola, espectacular la crónica. Que disfrutéis. Saludos

En todo caso, gracias a ti y a todos los que os molestáis en leer.


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Ruta del Ámbar, días 13 y 14

Dejamos Tallin, con cierto cambio de planes. El recorrido inicial era alcanzar Pärnu después de un par de paradas, comer, y seguir hacia Tartu. Pero el caso es que entre lo que nos estaba gustando Parnü, el solecito que hacía y la idea de abandonar la costa, decidimos anular la reserva que teníamos y quedarnos el resto del día allí. A fin de cuentas, la distancia al destino del día siguiente era la misma desde ambos lados.

El paseito por la playa, a orillas del Báltico, nos supo a gloria, rematada con cerveza local en una terraza. Después de andar pajareando toda la tarde, decidimos cenar en el restaurante de nuestro hotel algo sencillo; la última comida medieval en Tallin aún tenía mi estómago algo trastocado...

El día siguiente amaneció con buena previsión meteorológica en el movil... pero que no se correspondía con lo que había en el cielo! Tocaba despedirse definitivamente de Estonia, volvíamos a Letonia, hacia Cēsis. La idea era llegar a este pueblo y subir el Valle del rio Gauja, declarado Parque Nacional, hasta la localidad de Sigulda.

Cēsis resultó ser una pequeña joya, merecedora de un buen rato, más del que habíamos previsto. Castillo, iglesia, cervecería, panadería, ... en todo nos paramos hasta que definitivamente se puso a llover. Parada para tomar un bocado y salimos pitando hacia Sigulda, donde todavía visitaríamos el castillo de Turaida y la cueva de Gutmanis.

Ya con el tiempo justo, arreamos hacia Riga, donde pasaremos un día entero antes de volver a coger la moto. Un nuevo apartamento ex-soviético nos espera...

La foto de hoy es de una de esas breves paradas después de Tallin. No me podía despedir de la ciudad sin pasar por el lugar donde encontró su trágico final Joey Dunlop, la eterna leyenda de la Isla de Man. Ride in peace, King of the Mountain.




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Magnífica crónica Boogieman.

Y un especial recuerdo para Mr Dunlop, como merece.

Que sigáis disfrutando!

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Muy buena boogieman… gracias por compartirlo… pestaculá….

Salu2.-

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Galego de Galicia .-

Ruta del Ámbar, días 15 y 16

Riga es la capital más poblada de los países bálticos, y se nota. Es una pequeña San Petersburgo, con grandes edificios de fachadas decoradas y amplias avenidas, probablemente fruto del mayor interés de los
sovieticos en ella por su posición estratégica; pero a cambio también es la mas descuidada, pues no debe ser nada fácil (ni barato) el mantenimiento de tanto patrimonio.

Pero sea por lo que sea, tiene algo que engancha; es una ciudad algo mas canalla que Tallin, llena de recovecos y antros. Unido a que el carácter de los letones es mas amistoso, al final, hace que nos sintamos cómodos.

Un nuevo casco antiguo, iglesias a puñados que nos empiezan a saturar, un nuevo castillo... pero lo que nos engancha esta vez es el mercado, construido sobre 4 enormes naves que fueron erigidas originalmente durante la I Guerra Mundial para ser usados como hangares de zeppelines. En medio de ellos nos encontramos un mercado gastronómico lleno de puestos, entre los que hay una microcervezera, en la cual nos paramos. Y es que la cultura cervecera de estos países nos está sorprendiendo para bien, así que no desaprovechamos la oportunidad.

Comida, un paseo mas y siesta en un parque. Esta vez tocaría cenar en casa, que hacerlo fuera comienza a ser repetitivo, pues si de cervezas van bien, gastronómicamente no tanto...

Al día siguiente toca abandonar Letonia. Nos dirigimos a Vilnius, la capital de Lituania, pero antes daremos un rodeo por Šiauliai, para visitar la Colina de las Cruces, un lugar curioso de origen incierto, que ha resistido los numerosos intentos de cargárselo, desde la represión zarista hasta el gobierno soviético. Actualmente se contabilizan mas de 100.000 cruces, y quien quiera puede ir y plantar la suya.

Finalizada la visita, nos encaminamos hacia la capital. Reconocemos un punto de paso a la ida, así que ya entramos en territorio previamente pisado. El paisaje también cambia, y aunque no es, motociclísticamente hablando, lo que mas nos gusta, si dejamos las largas rectas interminables para dar paso a curvas amplias y suaves, y cierto desnivel. Los horizontes se vuelven mas cercanos, a lo que estamos mas habituados. Nos quedan 2 días mas en la ultima de las repúblicas bálticas.

Por el camino, vemos a uno que ha debido jurarle amor eterno a su máquina, amarrando un pistón al puente del parque central de Riga en lugar del típico candado; aunque mucho amor no le debe tener si es que le ha sacado un pistón, no?






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